AQUI ESTOY // Revista Klick Xalapa

Estamos en el máximo clímax del verano y desde que llegué a New York City aprendí que tienes que salir de tu depa con lo más elemental en tu “Tote Bag” listo para ir a la escuela a las 8:00 am sabiendo que no podrás regresar hasta mínimo 10 horas después, y que durante ese transcurso de tiempo tienes que vencer el calor del subway; que seguramente va a llover mientras caminas de regreso a clases después de comer y que cuando termines el día escolar vas a concluir leyendo un libro mientras te asoleas acostado en el pasto en el Washington Square. Por los menos así son mis días desde que llegue a esta ciudad.

Por ejemplo en mi bolsa tengo mi cepillo de dientes, lentes de sol, una botella de agua, un paraguas, mi cartera, el cargador de mi celular y una libretita donde dibujo y escribo en tiempitos de paz, pues desde que cruzas la puerta y pones un pie en la calle tienes que ponerte como un gladiador para caminar entre la multitud que camina en dirección contraria a ti o esquivar a los turistas que se quedan parados a la mitad de la calle y correr y correr.

Entendiendo el ritmo y el estilo de vida que llevo ahora, sé más que nunca que lo que se tiene que usar es ropa cómoda y ligera sin terminar siendo un común denominador ya que es claro que estando en NYC la inspiración a la hora de vestirte llega por sí sola, pues es obvio que siendo una de las capitales de la moda existe demasiada cultura y demasiados estilos en las calles. Me encanta caminar y ver a las personas que pasan a mi lado, observar lo que están usando, cuestionando el por qué lo están portando. Desde siempre he pensado que la ropa que usas tiene que tener un fundamento y un mensaje concreto el cual quieras expresar o comunicar y desde mi punto de vista seguir la moda solo por seguirla es una gran equivocación.

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